martes, 27 de mayo de 2008

De indignaciones, delirios y esperpentos.


Llevo varios días queriendo tratar el tema de ETA en esta página, pero no terminaba de encontrar ni el tono ni la claridad en los argumentos. Suele suceder cuando se juntan dos factores: primero, que el tema es lo suficientemente espinoso como para arredrar al más valiente; segundo, y no menos importante, que a uno le faltan lecturas y experiencia en el terreno como para lanzarse alegremente al ruedo de la opinión.

Todo ello me ha llevado a secundar las palabras de un periodista que me han parecido, de entre la maraña de publicaciones y noticias, las más claras, lúcidas y contundentes que he escuchado en mucho tiempo. Pertenecen a un hombre que yo considero íntegro, aunque entiendo que desde otras posturas ideológicas se pueda cuestionar esto último. Ahora bien, en el asunto del terrorismo espero que esas ideas políticas puedan quedar a un lado para afrontar un tema que nos une a todos (o debería unirnos) en la indignación:

"Es necesario indignarse una vez más, aunque estemos ya cansados de indignarnos. Y es necesario precisar una vez más la naturaleza de esa indignación, aunque las palabras estén gastadas y parezcan vacías. Indignarse contra ETA, naturalmente, pero hacerlo al mismo tiempo con las decenas de miles de vascos que les apoyan. Curioso grupo humano éste. Vive en el corazón de la Europa próspera, amparado por las normas legales más avanzadas que el hombre haya inventado; pertenece a una comunidad con instituciones y símbolos propios y con un régimen económico exclusivo; cuenta con una excelente red de servicios sociales y opera en la vanguardia industrial y tecnológica; dispone de sus propios medios de comunicación y educa a sus hijos en su lengua vernácula... y quiere más.

Por supuesto, tiene derecho a querer más. Lo que le convierte en grupo humano extravagante, anacrónico y ridículo no es que quiera más, sino que haya llegado a creerse una víctima y que se comporte, hable, clame como representante de un país perseguido. Sus cachorros más jóvenes incluso visten como ven que visten en las tierras desesperadas por la injusticia, hacen el gamberro, se sueñan en la Intifada y deliran que están en Gaza. Así se dan importancia y luego se van de vinos y, después… ¡a cenar! ¡Qué manera de ofender a los pueblos oprimidos de verdad! Y pensar que esta monumental pedantería les lleva a asesinar… Es tan grotesco que crean estar viviendo una situación política límite, de vida o muerte. Lo urgente en Euskadi no es el derecho a decidir, es decidir que esta vergüenza debe terminar.”

Iñaki Gabilondo, “La opinión”, 14 de mayo.

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