viernes, 12 de octubre de 2007



Los designios del Arquitecto se cumplieron,
y surgieron de la tierra árboles de acero y de cristal.
Se hizo el silencio en el bosque casi extinto, y de los nuevos árboles
venas grises de humo alzaban el vuelo hacia el firmamento,
ocultando las estrellas, apagando ya su brillo y resplandor.

Y, así, el Nuevo Mundo se adueñó de todo.
Del Mundo Antiguo sólo quedó un vago recuerdo,
un eco perdido en el abismo del tiempo.

Aterrado, el arquitecto trató de detener las máquinas
recordando los tiempos en que, de niño, jugaba a ocultarse
y era el bosque su aliado, y era el lince su guardián.

Pero para entonces ya era demasiado tarde.
Al arquitecto también la piel se le había vuelto de cristal,
y sus pies se fundían con el cemento de la tierra
y el humo de sus pulmones no le dejaba respirar.

Y así la ciudad permaneció en silencio,
tan callada como hermosa, hasta el fin de los tiempos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El Arquitecto, mmmm, como en Matrix II. Es mi escena favorita de la peli, creo.

Boston no inspiraría esas cosas, sino más bien revivir la historia de Sweeney Todd o la de Jack el destripador. A ver, no da miedo para nada y tampoco es lúgubre, pero hay zonas tan inglesas, que le hacen pensar a una en esas cosas. Vaaaaaaaale, también me hacen pensar en Sherlock Holmes, pero eso no vale.

Anónimo dijo...

-Ecooooooo.
-Ecooooooo...

Anónimo dijo...

Lo del eco es porque esperabas respuesta, bostoniana? jajajaja

Cuando vaya a Boston hablaremos de Holmes, de Moriarty y de nuestro buen amigo Jack. Y de Hannibal, ya que estamos...

Anónimo dijo...

No, no esperaba una respuesta para mí, sino que esperaba más respuestas en el blog.