jueves, 18 de octubre de 2007


Cae la tarde sobre la universidad al tiempo que se despiertan el frío y el viento, y una extraña lluvia acompaña los últimos lamentos de un sol mortecino, presagiando la llegada de la larga noche americana. Cae la tarde, lenta, sin pausa, sumando otro día más a un calendario que vuela veloz, como el viento que azota el campus.
Y mientras tanto, sigo aquí enfrascado en el estudio de la lengua y la literatura de un país que está a más de siete mil kilómetros de distancia, pero sobre el cual no dejo de pensar, primero por echar de menos a tantas personas, y después por la obligación de reflexionar sobre nuestro pasado histórico, nuestras costumbres, nuestras rarezas, nuestra forma de ser y de expresarnos.
El paisaje se oscurece por momentos, hasta quedar sumido en penumbra. Sólo alguna sirena interrumpe el suave murmullo de la lluvia en la ventana. Luego, ya ni siquiera eso. El cansancio
se ha encargado de amortiguar su efecto, sumiéndome en un sueño denso, profundo, reparador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Adivina: también llueve en Boston. Eso sí, no hace ni pizca de frío, chincha.

Besos

... dijo...

ey! bonita foto...

descanse caballero.